El Mundo Asia, el exterior |
Cada persona es un mundo. En realidad somos millones y millones de mundos. Y cada mundo contiene aquello que puede contener, tales como alegrías y penas, y victorias y derrotas. Y esto, no sólo así, sino que los hay complejos y simples, y como laberintos, y más.
Sin embargo, la sensación de ser numerosos, en todos los Universos, no implica que seamos, del todo, iguales. En la entrada anterior, dejé claro que, como mundos, somos de sangre, carne y huesos. Tampoco nos distingue de los animales salvajes o domésticos, porque si nos hacemos daño, o sangramos, nos duele. De todas maneras, eso nos convierte en mortales, pero hasta cierto punto.
Somos energeia (es decir, acto); pero siendo acto, también tenemos la capacidad de cambiar las cosas, o de abandonarlas a su suerte. Hecho que nos precipita, en ocasiones, al ostracismo, o a la soledad, pero no implica que, de vez en cuando, como mundo, el dolor nos destruya y nos doblegue, convirtiéndonos en víctimas de nuestros propios actos, incluso cuando son equivocados o erróneos.
De ahí, que los actos son importantes. No de una manera que provoquen animadversión, pero los actos forman parte de nosotros. Así haces las cosas, así serás juzgado. Pero, no por juzgar, precisamente, se nos conoce a los seres humanos, si no por tener, en estos casos, ideas preconcebidas del Universo.
El Cosmos es muy extenso. y se debe, sobre todo, a que no lo conocemos del todo. Sólo a distancia, y es una distancia igual de extensa. Claro, no nos queda más remedio que observarlo, y que nuestra carrera hacia el espacio, se ve truncada por las crisis económicas, que evitarán que avancemos con nuestra tecnología, que es inmensa, pero que, algún día lo conseguiremos, o no. ¿Quién sabe?
Desde luego, la cosa no pinta nada bien. Si no podemos llegar más allá del Universo, porque si nos limitamos a nuestro universo común, vemos que lo que guardamos en nuestro interior, sigue siendo limitado. Y eso es frustrante.
Es posible que, dentro de unos futuros próximos, nuestra nave Tierra, sólo sea, con el tiempo, una estación de tránsito, y no una cadena que nos une a ella, con la mortalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario