Eso sucede porque, a pesar de haber superado el resfriado, todavía quedan resquicios, y un poco de frío es insoportable. Los días parecen iguales, y la escritura es monótona en ocasiones. Pero esto es un apunte breve.
Cuando escribo poemas, ataco a la monotonía, me enfrento a ella, y, en ocasiones, la venzo. Pero la monotonía es una enemiga muy poderosa. Por cierto, la escritura es una aliada. Y no, no pienso publicar ningún poema en el blog. La mayoría de los poemas publicados por blogueros, si no son poetas, ya lo comentamos un amigo y yo, son penosos. No llegan a nadie, y se necesita mucha práctica para escribir uno decente, y escribir mucho, y leer. Porque, tras muchas lecturas y correcciones, se alcanza un poco la perfección, para no caer en lugares comunes.
Por un momento, he roto la monotonía. Escribir la rompe, pero no la destruye. Y siempre me he preguntado porque los animales de compañía, por ejemplo, los perros, se concentran en un punto fijo, y no se aburren. No es del todo un misterio. Concentrarse en un punto fijo lo consiguen los grandes meditadores; pero un punto fijo es monótono, sin ruido, sin acción.
Nos vemos. Mañana...¡más!
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