De los rincones de nuestra mente suceden hechos que nos superan. Uno de ellos, la incomprensión, el miedo (a lo desconocido) y la curiosidad. No hace falta confirmar que la curiosidad se encuentra en todos los recovecos de nuestra mente. En unas ocasiones, dormida, en otras, activa y despierta; es lo único que no pueden arrebatarnos.
La curiosidad nos descubre como somos, o cómo es el exterior. Nos invita a hacernos preguntas. A conocer los hechos, que son relativos, muchas veces. Siempre hay algo que saber. La curiosidad es necesaria porque nos convierte en supervivientes. Y la supervivencia es necesaria. Nos permite avanzar (pero a algunos otros, por tener ciertos conocimientos, los secuestran, y no se sabe nada de ellos) para seguir.
En estos tiempos es difícil seguir: muy difícil. Además, el agua como combustible, parece que es anatema para las empresas petrolíferas, que acabaran dentro de unos años. No pueden aferrarse al petróleo, porque se agotará, más pronto o más tarde.
Y conocimientos que nos ocultan, que desconocemos, y que, dentro de un tiempo, serán desvelados. Algún día. Por eso quedan rincones que hemos de conocer, no por obligación, si no por deseo, para que todos podamos beneficiarnos.
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