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lunes, 21 de marzo de 2011

De la máquina de escribir al portátil


De pasar de la máquina de escribir al portátil, habrán transcurrido unos quince o veinte años. Lo primero que tuve fue la máquina de escribir Lettera 846 de mi padre. A mi hermano pequeño le molestaba, porque hacía mucho ruido. Hasta que se estropeó. La llevé a arreglar, para que mi hermano pequeño, volviera a estropearla. Luego, me compré, unos tres o cuatro años después, una Ollivetti 400, que era pequeñita y cumplía, hasta que se estropeó la cinta, y empezó a tener fallos mecánicos. La Tienda en Casa es lo que tiene. Por último, me compré una máquina de escribir eléctronica, que sí hacía mucho ruido, pero era de movimientos suaves. Fue a parar a la basura, en cuanto llegó el primer portátil a casa, seis o siete años después. Y cuando se jubiló el Patriarca, el viejo portátil que me hacía compañía, un Toshiba 240, y con forma de pesado cajón, pero bastante más pequeño que el actual, murió por el deterioro de la batería. Y ahora que tengo otro portátil nuevo, me dedico a guardar los archivos del anterior, que tarda en cargarlos, por eso de la memoria. El anterior, ya tenía diez años o más, y parece que el Toshiba envejeció conmigo, porque lo utilizaba a todas horas, como este, que me permite la Red, y llegar a todos los que le interesen mis habituales chorradas de casi todos los días. Y tampoco han de estar de común acuerdo conmigo.

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