Sucedió en verano, en la Encina de San Silvestre, en el jardín. Me había ido a una hamaca para leer "Utopía" de Tomás Moro. El ejemplar era de tapas duras, y me disponía a finalizar la lectura. Mientras leía, el Patriarca empezó a enfadarse, y soltar toda clase de burradas como que yo era un inútil, que dejara de leer, que qué tonterías me estaba leyendo ( si "Utopía" es una tontería, yo soy Superman, vamos); pero se acercó totalmente descontrolado, y repitió lo de siempre: que si yo era estúpido, y lo mismo de todos los días. Se acercaron las garras del castellano viejo al libro, e intentó arrancármelo de las manos. Yo lo evité, y tiré del volúmen con todas mis fuerzas. Una página se lastimó. Lo arreglé, más tarde, con cola. Pero el libro no me lo arrebató. Acabé agotado. Pero le frustré sus planes. Más tarde, la ira se le pasó. Nunca ha visto el Patriarca que yo leyera como algo positivo. Sumado a mi enfermedad, no hacían más que caer piedras sobre mi tejado, que es de cristal. Por suerte, se ha podido recuperar, pero me deja débil, y sin energía. En mi vida lo pasé tan mal como en ese verano. Mi lectura no era tan rápida, pero que traten de tirarme cualquier libro, me afecta como si se hubiese muerto un viejo amigo. Pero, claro, ¿cómo defender un libro, cuando hay Montag, dispuestos a destruirlos?
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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