Que te hagan mobbing no es nada agradable. Yo lo he sufrido en mis carnes varias veces. Es como si la realidad laboral se desdibujase, porque nadie, en el trabajo te echa una mano, sino que te ignoran, o ceden la calle a otro compañero, y luego, te envían a una calle más lejana, y que jamás llegarás a finalizar la limpieza del todo. O te envían, en el comercio, a una calle muy lejana y difícil, sin apenas propina, aún sabiendo que estás cargado a tope, y que necesitas, por el peso que transportas, por lo menos dos horas, aunque te exigen una. O la frialdad con que eres acogido por los compañeros, que se unen a los causantes del mobbing, más por cobardía que por inseguridad. Hasta tal punto ha llegado esto, que ya no sabes cual es la realidad. La realidad desaparece, y se despierta la angustia, el sentirse como una piltrafa, cuando los desechos orgánicos son ellos. Si lo he traído a colación, como apunte, es para avisar, y que lo evitéis; pero que, si sucede, lo mejor es no hacer demasiado caso. En mi caso, llegó un momento en que estallé. Tuvo suerte el encargado que no perdió la cabeza accidentalmente, porque separarla del tronco es lo mínimo. Pero no nací con ese espíritu. Ya se ocupa el universo de hacerlo pagar. Y eso es un hecho muy real.
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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