Entradas Universales

lunes, 28 de marzo de 2011

Entre puentes y agua


Ir al Atazar era como desconectar de la realidad imperante de la ciudad. Como visitar un paisaje que se ha visto millones de veces, pero que no se ha apreciado en toda su grandeza. Una de las cosas que hacíamos, Xavi y Antu y Julius, era ir a dar paseos, y quedarnos todas las mañanas de salida, que era el fin de semana, o un día de diario, a acampar. Más que acampar, pasear. Una tarde de regreso fue angustiosa. Nos metimos en un sombrío de árboles, y no encontrábamos la salida. Dimos la vuelta, unas cuantas veces, por el sotobosque, mientras la angustía crecía. Hasta que Xavi dio con la salida.

-Te lo dije-me recordaba.

Yo no dudaba del instinto de castor de Xavi; pero del sombrío no salíamos, hasta que modificó el rumbo, y hallamos la salida. Entre el cansancio y la esperanza, logramos salir del atolladero; mas, en esta ocasión, ya me veía más que perdido. Y perderse en primavera, cuando el Sol empieza a calentar, no es agradable. Por lo menos, no nos perdimos. Y cuando recuerdo que estuvimos a punto, uno piensa que con la Naturaleza no se juega, porque es más astuta. En los días siguientes, que fuimos, de vez en cuando, cada quince días, confiaba más en el instinto de Xavi y Antu y Julius, que en el mío propio, siempre derrotado.

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