Once años, e incluso más de Taller Literario, dan para mucho. Eso no significa que escriba mejor. Mi escritura es bastante limitada. Me gustaría sacarle más partido y, aún sabiendo que existen muchos dispositivos, soy de la misma opinión que los grandes escritores y los pequeños, el libro no morirá nunca. Si algún día lo hace, y desaparece, con la nuevas tecnologías, preparaos para perder todo vestigio de cultura. El ser humano suele fallar siempre, porque, además de mortal, no es kryptoniano y, encima, si falla la máquina, todas las bases de datos serán irrecuperables, se perderán las obras clásicas, las modernas, músicas, cantantes, planes políticos de destrucción del mundo, o de la mejora del mismo. Las máquinas expendedoras (las que te cocinan hamburguesas al momento, en Ciudad Lineal hay un par de ellas) dejarán de servir meriendas. Los restaurantes estarán sumidos en el caos, y no habrá nadie para recordarlo. Por suerte, el único paladín, el elegido, será aquel que porte un cuaderno, plumas estilográficas, rotuladores, y una memoria que, por lo menos, salvará parte del mundo. Y es posible que nazca una nueva era cultural, el Neorenacimiento, y es posible que, gracias a los Talleres Literarios, la literatura permanezca, avance, y nos salve. Y no le doy una dolorosa patada al portátil, pobrecito, porque lo necesito.
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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