Para los políticos de la oposición, que prefieren ignorar sus culpas, el cinismo es poco. No dejan de reírse como si insultaran al perro de la esquina. No va con ellos. Menudo verano estamos pasando. Tenemos que soportar que nos aprieten el cinturón, y ahogarnos más. Pero no es solo la oposición: también la facción de Rajoy. Es mejor no creer a ninguno de los anteriores, no vaya a suceder que haya que sacar la guillotina como con razón dice Jiménez Losantos. Y razón no le falta, porque más de un Robespierre corrupto puede perder la cabeza entre tantos presuntos mandangas y napoleones del tres al cuarto.
Piensan que los votantes no nos enteramos de nada; pero cuanto más ocultan, o secretean, más enseñan, y eso es una manifestación de su ignorancia. Está claro que tienen que escucharnos, y son ellos los que tienen que comparecer ante nosotros, y no ante un juez o ellos mismos y sus colegas parlamentarios. Son tan cínicos que, entre ellos, se huelen los excrementos.
De momento, ya es hora de idear satélites espía para vigilarlos, controlarlos y limitar su poder, que se crecen demasiado.
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