Y la temperatura sigue subiendo. Dentro de unos días no se podrá respirar debido a los vientos del sudoeste (SE) en donde el anticiclón se aproxima con las ideas bien claras. Pero, mientras haya sol, nos queda la alegría.
Precisamente, salí unos minutos a la calle, y fue imposible quedarme por más tiempo. Y si en invierno era imposible respirar, ha quedado claro que en verano es aún menos posible.
En el momento en que se retrasó la estación, nos temíamos lo peor. Es más, en Junio se saltaba del calor al frío como en una montaña rusa, hasta tal punto, que era imposible saber si era por capricho, o se debía a la crisis. Ahora sabemos que el asunto del tiempo atmosférico se arregla.
Atrás queda el Chernobyl japonés. Parece que los medios de información se han olvidado. Incluso ya no emiten documentales o reportajes especiales. Como es verano, la situación consiste en atacar a nuestra escasa memoria. Una memoria flaca que no se molesta en lo más mínimo.
Ocupa, en cambio, casi todos los canales, el caso Bretón, Bárcenas, ERE y compañía. Supongo que para ocultar ciertas deficiencias en el espacio vacío del verano, que es como un socavón en tierra virgen. Se estropea el paisaje, y nos embotan la mente, con cuestiones peregrinas.
Y hemos de seguir adelante, mientras el mundo se cae y se levanta. Hasta que a Evo Morales le vuelvan a secuestrar el avión, que enseguida se le olvida a este pastor de cabras peruano, reciclado en presidente, que el Gobierno anterior le regaló una gran suma de dinero para ayudar a su país, mientras en España no sucedía otra cosa que reclutar desempleados en el INEM. Que yo sepa, nada tenemos en contra de Estados Unidos. Hay que tener amigos hasta en el infierno, dice un refrán...
Mañana, más.
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