Pepe Blanco, el anterior Ministro de Fomento, durante la legislatura de ZP, ha quedado libre de toda huella de corrupción. Su caso ha sido archivado. Antes, que atacaba al PP por lo mismo, ahora se ha desinflado, y va de niño bueno por la vida. Dice que no hay que utilizar la infamia como instrumento político, cuando él ha sido un torpe y esquivo maestro de lo mismo.
Pero quedar como niño bueno no es suficiente. Ocurrió el hecho, pero el juez es posible que haya sido presionado. O no se explica por qué los socialistas quieren que un juez militante del PP, deje la carrera, cuando no hay nada malo en ello. Lo absurdo se está apoderando de la estupidez política general. Si Blanco ahora va de humilde, fue el primero en utilizar el instrumento de la infamia como una bomba que podía saltar a muchas víctimas.
En todo caso, casi todos los políticos son infames. No hacen otra cosa que manipular al ciudadano, atosigarle y ahogarlo de deudas e impuestos, con la excusa de que lo están ayudando a salir de la crisis. Y luego está Urkullu, del País Vasco, que quiere la independencia de su tierra, tras haberse mal leído a Sabino Arana, aunque dudo que se lo haya leído. Pues bien, Urkullu quiere que Rajoy comparezca en la Asamblea del Congreso, supongo que para bombardearlo. Así, cualquiera. Urkullu debería, también, dar explicaciones de su apoyo reciproco por Bildu, cuando es sabido que tuvo que bajarse los pantalones ante los terrorista demasiado pronto. No pudo subírselos, ya demasiado tarde, porque ya se la habían metido doblada.
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