Hace tiempo que, desde que se creó el correo electrónico, la correspondencia ha sufrido una cierta baja. De hecho, se acabaron las cartas de quince folios, de las que me ocupaba hace unos años de escribir en cuatro o cinco días y luego las enviaba por el buzón. Poco después, me dedicaba a imprimirlas y las enviaba a algún amigo.
Pero, la peor experiencia de todas, fue enviar una carta íntima a la pareja, y enterarte de sus labios, que la había leído con una amiga, y que se lo pasaron bomba. Eso se sintió bastante mal, porque queda un poco de resquemor, porque los pensamientos dirigidos a otra persona, no son precisamente, para compartirlos con extraños. O extrañas.
Fue una sensación desagradable, Me sentí ridículo, y ya no escribí más cartas a la que se convirtió en ex novia por decisión voluntaria. Pero, bueno, dentro de lo que cabe, escribir cartas manuscritas no está mal. Y gracias al Blog Imperfecto por esta imagen.
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