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lunes, 11 de marzo de 2013

Un testamento original

Lo dictó ante notario. Prefirió dejarlo manuscrito porque no se fiaba del soporte electrónico. Luego, ordenó que, antes de su muerte, lo guardaran en una caja de madera, que él mismo había diseñado. Sus amigos no sabían que pensar y le dejaron hacer. Cuando falleció,  y cuando llegó el momento de leer el testamento, en realidad no se trataba de un documento legal, sino que se trataba de un ensayo científico. Hasta la familia quedó estupefacta. Se trataba de una nueva broma del finado. Les había tomado el pelo desde el principio. Curiosamente, el testamento o ensayo, de más de seiscientas páginas, trataba sobre la inmortalidad. Una broma muy aguda, pensaron. Actualmente se halla expuesto en un museo.

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