Hace tiempo que no frecuento ninguna librería. De hecho, sólo consulto los anaqueles de la Biblioteca del barrio. En estos tiempos de crisis, suelo comprar, apenas, algún libro, y en ocasiones, ni eso. Pero la crisis ha llegado hasta la Biblioteca. Apenas quedan novedades en la Biblioteca, y han empezado a desaparecer revistas, libros o que las novedades no lleguen a tiempo, y haya que esperar dos o tres meses, hasta que nuevas obras adornen los anaqueles de la Biblioteca. En cambio, en una librería, las novedades son puntuales, teniendo en cuenta que, en este país, se lee poco, o excesivamente poco, porque vemos a los libros como maldiciones, o pérdidas de tiempo. Filosofía muy común entre aquellos que juzgan los libros, sin haberlos leído.
En fin, que buena nos ha tocado. La cultura, con la crisis, es la primera en sufrir. Y la excusa de los recortes, es de una invariabilidad terrible. Prefiero libros sin crisis, que crisis sin libros.
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