He leído los capítulos que escribí de la novela que aún está en ciernes. Mientras releía lo escrito, cuando ya había pasado un tiempo (no prudencial, porque si no da la sensación de que la novela es una bomba) pude observar que no está escrita, pero sin finalizar la escritura de la misma, mal del todo. De hecho, al releer el escrito, y llegar al capítulo que dejé a medias (me quedan unas 440 palabras por escribir) es posible que, un día de estos, logre descifrar el por qué de la renuncia de mi cuerpo a escribir el capítulo.
¿Es posible que sea pereza? Quizás; pero haber tenido que pasar veinte páginas de apuntes, no es, desde luego, agradable, porque uno se concentra en pasar los apuntes, y que la mente no se libera de este castigo así de fácil. Pero un día me pondré a la tarea.
Por lo menos, sé que se puede salvar, que no hay nada perdido, y que es posible recuperarlo, pero que no sea a un precio muy alto.
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