Hay días en los que, por mucho que escriba, no es el momento, o no son los momentos. Pero si se trata de momentos, entonces, por una cierta regla matemática de porcentajes, entonces resulta que estos momentos no son, del todo momentos para escribir.
Escribir una entrada diaria es un esfuerzo titánico, y titánico es y consiste en encontrar el tema, que interese o no (porque al primero que ha de interesarme soy yo) porque jamás coinciden estos temas. De hecho, incluso hay días y momentos en que me gustaría escribir otra cosa. Pero las entradas me ponen en contacto con la escritura. Y sé que hay días que la escritura sale a borbotones, como salir el agua de las piedras, a un toque de la imaginación; borbotones de pensamientos, o ideas que bullen ante el vapor de la creatividad.
Por eso creo que, a la hora de escribir, es mejor el precalentamiento; pero hace tiempo que no escribo ni una línea de la novela. Un amigo mío se ha alegrado, y me ha intentado convencer para que escriba poesía. He vuelto, sí, a la poesía; pero no significa que no regrese a la novela, que he escribirla y finalizar su escritura de una manera o de otra.
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