La escritura que sale de nosotros son las huellas dactilares de nuestra personalidad. Permanece en nosotros, y sale de nosotros. Eso nos distingue de los animales de dos y cuatro patas. Difícilmente un perro puede aprender a escribir o leer (y eso que lo intenté con Hércules, que salía corriendo en cuanto abría un libro, pensando que se trataba de una herramienta para lanzársela), o que, por ejemplo, un mono aprenda a escribir, que es más factible si se trata de un chimpancé.
Pero recuerdo como Hércules salía corriendo al ver el libro, porque se había llevado un librazo en la cocorota; pero lo hice por bromear con él. Luego, cuando lo sacaba a pasear, le decía que signos eran peatonales o no. Instintivamente, los conocía, mucho mejor que un conductor. Incluso sabía como funcionaba un semáforo, y eso que siempre fue un poco cegato. Cuando los animales como los perros domésticos evolucionen, entonces, será mejor tener cuidado.
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