Parece que la prensa está de acuerdo, y no ha añadido nada, pues Haití continua con la catástrofe presente. Las enfermedades que, en Europa y el resto del mundo, ya se han superado, han regresado para diezmar a la población con el cólera y diversas enfermedades infecciosas. Aún quedan víctimas enterradas entre las escombreras de los edificios derruidos por el terremoto, y las víctimas más débiles, en estos momentos, son los niños. Por mucha ayuda que envien la Comunidad Internacional, en Haití han regresado las mafias para malvender los productos, y lograr un auge económico clandestino. Es más, en ocasiones, esas ayudas llegan, pero a cuentagotas. Yo no soy quien para criticar la realidad injusta de la Isla Mágica y cuna de la religión vudú; antiguo nido de piratas, Haití ha vivido momentos de tensión con sus anteriores gobiernos, que utilizaban la violencia y el escarnio del ciudadano, para que las clases altas, continuaran viviendo. Ahora, queda una cuestión, y es de seguridad: apenas las mafias se han impuesto, el ciudadano haitiano está en peligro. ¿Quién vela por su seguridad, si el gobierno se halla bien pertrechado en Santo Domingo (porque, nada más iniciado el terremoto, decidió volar a Santo Domingo), y qué garantías tiene el ciudadano medio, entre el caos de la tragedia y la pobreza, para sobrevivir? Más que Isla Mágica es Isla Trágica.
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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