Que yo recuerde, he tomado notas casi toda mi vida. Lo comprobé cuando empecé a interesarme por la escritura. Recuerdo que, a los quince años, había llenado una libreta de notas, con todo tipo de apuntes. En especial, de guiones y notas del arte de escribir, o de la creación de personajes. Aún tengo la libreta, y de la libreta, salté a los cuadernos, y de esta, al ordenador.
No sería hasta años después cuando me tomé en serio el oficio de escribir. Había tomado muchas notas, pero me faltaba lo esencial: aprender técnicas literarias, para aprender a escribir. Por eso, Rafa, mi tutor, en los primeros años de mi rehabilitación (psicosocial), me aconsejó que eligiera un taller como actividad. Así, me relacionaría con más personas y avanzaría en mis habilidades sociales, bastante dormidas por esa época. Y decidí apuntarme a Creación Literaria. Por esa época, no tenía ordenador, o lo tenía (era de mesa, creo), pero lo utilizaba muy poco-además de ser un pardillo con la impresora-; pero, por suerte, tenía máquina de escribir,que me duró hasta que se acabó la cinta.
En el Taller, recuerdo que no hacía otra cosa que preguntar; por lo menos, el primer año, hasta que, los siguientes fui alcanzando un tímida soltura. Pero, después de Vicky, que estuvo un año, llegó Javier, y me aconsejó que me dedicara a la poesía. Al parecer, tengo un don, pero, desde luego, se debía más al trabajo de limar y corregir el poema, que al propio don en sí. Y los primeros años, escribía poesía salteada con un poco de narrativa. Y mis notas crecieron.
Encontré manuales para escribir, es decir, para narrar, conjuntamente con la teoría que Javier nos enseñaba en clase, en el Taller. Años después, controlaba un poco, y avancé, en ocasiones, favorablemente, y en otras, a trompicones. De hecho,estuve a punto de renunciar al Taller los primeros años, por mis constantes fracasos y torpezas a la hora de escribir. Rafa me aconsejó que no abandonara. Desde aquí le agradezco su consejo.
Luego,comprobé que la teoría crecía merced a los apuntes y mi curiosidad. Hasta tal punto que, gracias a mis anotaciones, me convertí en una especie de Calculín. Leía para aprender, mientras aprendía técnicas de escritura y, sobre todo, de poesía. Pero, lo que siempre me atrajo fue crear personajes y narrar historias. Cosa que, en ocasiones, lo admito, no se me da nada bien.
Siempre estuve acompañado de mis notas. De hecho, incluso tengo archivos de ordenador con miles de notas, sueltas u ordenadas, y una libreta de tapas imitación cuero negro, que todavía no he finalizado de escribirla. Creo que, gracias a las anotaciones, obtengo una cierta capacidad para aprender, plasmar mis pensamientos, y continuar buscando ideas para nuevas historias, y algún que otro poema.
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