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lunes, 17 de enero de 2011

Ira


Desde luego que me he enterado, por TV, del acoso y daño de un concejal del PP en Murcia, por unos antisistema de la ultraizquierda. Lo cierto es que no es primero ni el último político que se ha llevado lo suyo, cuando, desde luego, no se lo merecía. El caso es golpear y golpear, hasta que el deber se pierde, y el delito, la agresión lleva a su punto culminante. Por lo visto, el concejal socialista no ha hecho nada. En realidad, incluso el Gobierno, nunca hace nada. Es su manera de hecr las cosas, pero con un wu wei (que significa no intervenir) un tanto radical y mal aprendido. Vivir cada día en un país en que te tropiezas con un antisistema en el Metro no es ninguna gracia, ni una bendición. Ya hay antisistemas radicales hasta en la Universidad (donde siempre lo ha habido), prohibiendo el rito cristiano, o golpeando a quien no se lo merece. En realidad, nadie se merece ser agredido. Esa ira descontrolada es propio de las bestias (con respeto por todas las bestias del campo y de la jungla); bestias racionales, claro, pero que no merecen (y perdón por la redundancia, el nombre de humanas. Para ellas, el ser humanos, es una utopía. Carecen de lugar, y se rigen por una ley no escrita, en donde, abusando de sus mal digeridos derechos, pretenden que, golpeando a un político (poco importa el partido a que pertenezca) prefieren utilizar la violencia para hacerse conocer. Mala publicidad, sin duda, porque la Justicia los está buscando para erradicarlos. Y, si el sistema funciona, debería encerrarlos, y tirar las llaves, y fuera milongas, que la ira la guardamos casi todos, pero nuestra humanidad no nos permite la violencia, excepto en mentes simples, básicas, que prefieren agredir a limar diferencias.

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