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domingo, 30 de enero de 2011

Strike! HÍBRIDO


Doc Eckman permaneció estudiando el cuerpo de David-El. La pantalla dimensional holográfica mostraba cada órgano, músculo o arteria. Se llevó las manos a la barba plateada, mientras murmuraba un "umm" o un "ejem". Este chico tiene historia, pensó. También medito sobre si el plasma kryptoniano lo haría vulnerable a la radiación de la kryptonita. Observando el cuerpo examinó como cerraban las heridas. Un tipo no recibía ochocientos proyectiles de kryptonita así como así. Y, sin embargo, el chaval había reaccionado bien. Las heridas se cerraban sin cicatrices; pero las vendas y gasas en todo su cuerpo (excepto en la cabeza) apenas habían dejado hileras diminutas de sangre. Pero Doc Eckman se preguntaba si, al pasarle plasma de su origen (kryptoniano) tal vez lo debilitaría. Bueno, se dijo, ya tendría tiempo de averiguarlo.

David-El se despertó. Sin fiebre ni molestias, y con nuevas energías, y gritando:

-¡La comida, que no llego!

-Tranquilo, David-El-dijo Kiara.- Estás muy seguro, y no es el momento de arriesgarse.

Estas palabras, como es de suponer, tranquilizaron a David-El. Vio las vendas por todo su cuerpo, ensangrentadas ligeramente, y se las arrancó, como si se quitara una faja apretada y muy molesta. Al observarse desnudo, delante de Kiara, su rostro adquirió el tono bermejo de la vergüenza.

-¿De qué te avergüenzas? Ya te he desnudado antes. Y me gustó lo que ví.-Y Kiara se rió, iluminando la estancia.

-Bueno, pues me voy-confirmó David-El, resuelto.

Doc Eckman escuchó la conversación y exclamó:

-Me temo que no Strike!, te quedas. Aún no conocemos la magnitud del daño, y no sabemos como se comportará tu organismo ante la kryptonita. No pienso arriesgar tu vida dos veces.

-¿Quién es usted, y por qué me llama Strike!?

Doc Eckman se presentó y extendió la mano. David-El se negó.

-¡Maldito asno ignorante!-gritó Doc Eckman-Te salvo la vida, y así me lo pagas.

David-El se giró.

-Yo no he pedido nunca nada. ¿Quiere mi Destino? Se lo regalo. No lo quiero para nadie.

-No sólo es un asno sino que además es un gilipollas. No se da cuenta de que ese Destino que me regala, sólo puede cumplirlo él.

-Por obligación, Doc, o lo que sea.

-Un Destino nunca es una obligación. La libertad no es una obligación: es un deber.

-Bueno, no nos pongamos filosóficos-terció David-El-Me quedo, pero contra mi voluntad.

-Por mí te puedes ir cagando leches, cachorro. Aunque, pensándolo bien, he de estudiar tu caso para evitar futuros enfrentamientos. Quienes te dispararon sabían bien lo que te hacían. Dáme cinco días para cerciorarme de que tu curación es segura.

-Está bien. Cinco días, y vuelvo a la civilización.

-Te recuerdo, Strike!, que eres un híbrido. Si el plasma funciona como creo, reforzará tu organismo; pero ignoro si será vulnerable o no a la radiación de kryptonita. Sólo eso.

Doc Eckman despareció, y, en un minuto, llegó con los ochocientos proyectiles en un envase de cristal. Brillaban malignamente, cómo riéndose de su capacidad letal.

-Acércate.

David-El remoloneó un poco, hasta que se acercó al envase esmeralda, y apoyó la mano. Las venas se le volvieron verdes e hinchadas, y le dolía todo el cuerpo. Se apartó bruscamente.

-Me quedo más tiempo. No me gusta esta sensación. Es molesta. Terrible.

-Culpa mía, hijo. El error lo he cometido yo. Tengo que depurarte la sangre. Pero más adelante. Ahora vístete y come algo. Es la hora del desayuno de los campeones.

A David-El no le quedaba otra salida. Y eso que no soportaba al malhablado de Doc Eckman.

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