No importa cómo estén diseñados los cuadernos. Son materiales válidos para la escritura. Incluso se pueden crear artesanalmente. Por suerte, ahí están las librerias y las papelerías. En especial, estas últimas. De todas maneras, algún día, fotografiaré unos cuadernitos de mi cosecha, y que me las he ingeniado para volverlos presentables.
Como guardianes de nuestros deseos y pensamientos, el cuaderno es esencial a la hora de tomar notas y escribir. Si se te ocurre un inicio de cuento, o un borrador de un cuento, escríbelo. Ya quedará tiempo para corregirlo. Es más importante captar la idea general, que luego, con las indicaciones de los demás, más adelante, perfilen la forma del mismo cuento. Por otra parte, no puedo decidir que yo sea el indicado para guiaros en vuestro destino de escritor. No lo soy. Esto es un apunte.
Es posible que yo sólo sea un Buscador. Los cuadernos de los Buscadores, siempre a mano, sirven para guardar ideas, cuando ya se han agotado todas.
Merecen una entrada aparte. Con ideas no se escriben narraciones. Las narraciones no son una serie de ideas, sino que son las ideas desarrolladas. En un cuaderno puedes anotar una idea para cualquier escrito, pero esta idea no puede caminar, carece de miembros y, desde luego, no es vertebrada. Mucho me temo que esa idea has de arrastrarla al escrito, sea cuento o novela, y empezar a ofrecerle vida y las diversas partes del cuerpo que necesita.
De ahí que un cuaderno sólo haga las veces de silla de ruedas de las ideas. Y muchas anotaciones no suelen ser completas. ¡Adelante, pues!
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