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sábado, 27 de octubre de 2012

Columnas

En esta fecha, y a partir de ahora, de manera temporal, me dedicaré a escribir una serie de columnas dependiendo de la etiqueta. Como subraya Javier Marías, las columnas permiten una cierta libertad para que el escritor se exprese, y se puede escribir o comentar sobre cualquier tema.
Por otra parte, no soy periodista, pero puedo obtener información de mi experiencia diaria. Esto es (y valga la redundancia) todo aquello que me afecte, o de temas que sean abordables, o dignos de crítica. También de ciertas vivencias, con ninguna seguridad. Por otra parte, los pensamientos forman parte de la experiencia, e incluso los malos tragos que ciertos personajillos se dedican en su tiempo libre, a hacer la vida imposible al susodicho.
Y esto no tiene por qué convertirse en una sensación de desasosiego o de queja, sino de crítica. Saldrán algunos personajillos, de identidad desconocida, pero que se ocultan en la sombra, o detrás de un móvil (celular, no móvil criminal, que conste) y que, tras ocultarse, su necedad les impide pasar inadvertidos.
Estos personajillos suelen cometer errores de bulto debido a su falta de cultura (o que han visto muchas películas) y se piensan que el mundo les sonríe, pero en realidad, son anónimos, y permiten que este anonimato los protege.
Al final, resulta que son los payasos de toda la vida, con cerebro microscópico, y nulas cualidades humanas. Y he aquí, mi primera columna.

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