No olviden el rostro de este hombre. Es Al Capone, a lo Castellón, con mucho arroz y paella. Carlos Fabra es Al Capone. Un mafioso político a quien sus compañeros le están retirando las heces, no vaya a ser que salpiquen a todo el grupo de la casta del PP. Si este hombre no ingresa en prisión, entonces es que el sistema jurídico hispano falla en algo. En los Estados Unidos, Fabra Capone hubiera pagado con la cárcel, como Wesley Snipes, que después de haber estafado al Fisco americano, ha pagado con un año de prisión, y en Hollywood, eso lo miran con lupa, porque hasta ahora, Snipes, casi pierde su carrera de actor.
Otro ejemplo es que si un tipejo como éste no cumple en la cárcel, el dinero no lo devolverá, pero en Estados Unidos su carrera se hubiera cortado y anulado de lleno; aquí, en cambio, ¡no les pasa nada! Habrase visto.
Bueno, pues como aquí no pasa significa que el sistema no funciona, y la máquina tiene avería. Deberíamos seguir el ejemplo de los Estados Unidos: que pierda su carrera política el corrupto, el ladrón de altos vuelos, y los que aceptan sobornos premeditados. Si ven a este hombre por la calle, que le den una patada en los genitales, porque los desmerece.
Y, seguramente, su hija, que tiene un escaño en el Congreso de los Diputados, no quiere entrar en el asunto; pero apuesto a que ella sabe algo. Desde luego, España se ha convertido en una película de Berlanga; pero el "¡Todos a la cárcel!", no funciona. Pero Fabra, por muy bien asesorado que esté, que sepa que hay personas que le están guardando la cuchara por si un día cae.
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