Estos días consisten en levantarme sudado como un lago, toser y escupir flemas, y sonarme la nariz, para aliviar las vías respiratorias para liberar una cantidad numerosa de acuosos mocos blanquecinos por las ventanas nasales. Es sufrir de más, porque, tanto por la mañana, como por la noche, la respiración es insoportable. Por una parte, no se puede respirar bien, y por otra, que visito el baño muchas veces, para descongestionar el tráfico moquil.
No es agradable; incluso el médico me preguntó por todos los síntomas, y eso no le impidió auscultarme, de tal manera, que los ruidos cavernosos se debían al resfriado. Y algunas mañanas, hasta la faringe silba o se vuelve grave y cavernosa. De hecho, respondió: comprendo.
¿Qué había comprendido? Quizás que el virus no era agradable; pero, de vez en cuando estornudo, y el cráneo me duele. Un dolor me atraviesa las sienes, y acabo viendo la Cuarta Dimensión, hasta que desaparece.
De momento, voy mejorando. Con altibajos, y algún que otro ataque de fiebre; pero se puede superar, con algo de paciencia. Pero el catarro me está durando hasta esta segunda semana. Otra cosa es que empeorase la respiración; pero la tos se ha vuelto menos repetitiva, y eso significa que la cosa se está arreglando.¡Menuda fiesta!
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