No comprendo a los magistrados y jueces que se reúnen para liberar a más terroristas. Parece que les corre prisa salvar el culo, sin esperar las sentencias del Supremo. Es de lo más injusto. Pero los terroristas se siguen riendo, sin arrepentirse, y lo siguen celebrando, después de las víctimas inocentes que dejan por delante.
Seguramente, los liberan, no por Estrasburgo (que sí); pero también para dejar respirar a los funcionarios de prisiones, que se les ponen de corbata en cuanto se rozan un átomo o la mirada con ellos. Estarán contentos, porque ahora tendremos que convivir con un error extrajudicial e inhumano, que demuestra el completo desconocimiento de la realidad española.
Claro, ya lo escribí: los magistrados de Estrasburgo viven en un mundo ideal, en donde hacen el amor ideal con la Bella, y dejan de lado a la Bestia, que se pasa la jornada rompiendo cristales y algunas chiquilladas por el estilo.
Es un error. Si los terroristas vuelven a la carga, y con lo crecidos que están, tendremos que dejar de ocultarnos, y plantarles cara. De eso se aprovechan, del temor, del miedo, porque los asesinos, al fin y al cabo, técnicamente, carecen de alma, porque están muertos, no sienten. Les da igual. Para ellos, las víctimas son objetos o herramientas para unos fines inhumanos.
¿Qué les sucedería, si poniéndose en la piel de sus víctimas, les exterminaran a sus familias, y los vencidos (AVT) fueran los vengadores, o los justicieros? Estoy seguro que en sus cerebros de guisantes no lo piensan, pero el palo sería tremendo. Como si les arrancaran la vida que han arrebatado con oscura alegría.
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