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miércoles, 4 de diciembre de 2013

A tiro hecho

Dos semanas sin el cartucho de tinta para la impresora, y una tarde completa para comprarlo y recuperar, un día de estos, los documentos a imprimir. El cartucho sólo dura 200 pps. Y eso es sabido porque hay limitaciones. Pero ha llegado el momento de ir a tiro hecho. No necesité preguntar porque suelo ser asiduo de la tienda desde hace años. Al principio me perdía; pero, con el tiempo, mi agilidad de llegar e ir a por el producto, ha sido todo uno.
Me tocó subir escaleras. No era un gran esfuerzo, pero los cartuchos se están agotando. Fue llegar, consultarlo, y comprarlo. Me compré también un recambio de 500 folios para imprimir. No fue nada costoso, pero hubo que sumar 3 euros más a la compra, más la bolsa de cartón guarripé, que se rompe nada más llegar a casa. Pero no fue tarde perdida.
Los dependientes, en mi caso, la dependienta, atendió muy bien. Incluso tuvo la amabilidad de preguntar para que fuéramos atendidos. En mi caso fue breve. Pero hubo un hecho curioso: tienen detector de billetes falsos. Pasan por esa máquina del mostrador centenares de billetes de 20 y 50 euros, y cuando pita, es para avisar que no es falso. Un ligero pitido. Mucha astucia, cuando se trata de conocer el origen de los propios billetes.
Por lo demás, me sentí atendido correctamente, y que los empleados de la tienda se dejan la piel. Sin ir más lejos, estaban reponiendo los productos que empezaban a escasear con una celeridad absoluta, y se mostraban unos enormes carros rojos con cajas dispuestas a ser servidas en la misma tienda. No me extraña que su eslogan sea la moda del negocio: cuando uno compra allí, no se siente estafado, porque los precios son razonables. Nada mejor que ir a tiro hecho, cuando ya se conoce el camino, y la tienda.

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