Evoca la noche el enigma y el misterio. Entre las luces amarillas de las farolas, entre la soledad de los transeúntes, o de la compañía, aquellos palacios que ocultan o muestran o se tiñen de misterio. Paseamos cerca de ellos, sin darnos cuenta, pero se deducen presencias extrañas, o quizás que, al pasar, se respira un viento o un aire insano, o provoca malestar. Palacio, palacio.
Señorial en el pasado, y ahora, foco de misterio. De tragedias o de historias que se han perdido. Palacio, palacio.
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