El Destino es una cuestión de lo imprevisible; pero el Destino siempre ha hecho lo que le place, de tal manera que el Destino, por muy escrito que esté es maleable, pero no controlable. Los únicos seres que pueden controlar su Destino, no son de este mundo y, además, pueden controlarlo y manipularlo a capricho. Luego, como cada Navidad y Fin de Año, llegan los milenaristas, y se ponen, quizá dentro de otros cien años, porque recuerdo que, en el año 2001, se pusieron frenéticos diciendo: que el Mundo se acaba, que el Mundo se acaba, y luego, no pasó nada. Incluyendo la fecha, y la tontá de la locura de los ordenadores. El Mundo dudo mucho que se acabe. En primer lugar, porque el Fin del Mundo, sería el Fin de Todos los Universos, en cuyo caso, TODOS desapareceríamos, nos desintegraríamos y nos transformaríamos en conciencia, que es, al fin y al cabo, lo que somos: conciencia en un cuerpo material, con su genética y los misterios numinosos que oculta nuestra propia materialidad. En fin, pero que, como tal conciencia, ya podemos darnos con un canto en los dientes, y esperar que ésta se desarrolle aún más, pues, de una manera u otra, es la que nos da ese ser, que hemos recibido de nuestros ancestros más antiguos, en donde nuestro origen se pierde en la oscuridad de los Tiempos y de la Nada más absoluta..., y que no sabemos muy bien hacia dónde nos dirigen, pero está claro que exterminarnos, es el privilegio absoluto de los políticos incompetentes, zamarros y zafios. Nos vemos.
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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