Estupenda la decisión del ministro Montoro de despedir a más de un centenar de funcionarios de Hacienda puestos a dedo, por amigotes y favoritismos. Desde luego, hacia tiempo que no pagaban los pecadores por los justos. Y ha sido de ambos bandos, afines al PSOE y al PP. Ciertamente, los favoritismos no son bien recibidos en ningún lugar. Ha sido un jarro de agua fría para el PSOE, que lo ha comparado, de una manera un tanto exagerada, con la limpieza de Lenin en Rusia. Pero lo de Lenin fue un expurgo, no sólo político, sino de índole racial; pero está claro que los socialistas, que apoyan a los terroristas etarras, que se callan cuando ellos no son las víctimas, que no dijeron esta boca es mía cuando en España crecía el paro, que se han dedicado a hacer, en ocasiones, malabarismos con los presupuestos para empobrecer a la población; que Rubalcaba, para que no se hablara del caso Faisán, se dedicó a que el Movimiento del 15M se hinchara en Sol; que muchos han cometido errores, y que lo de los EREs no es de recibo.
Es cierto que, en realidad, la situación es bastante delicada. La corrupción ha aumentado en todos los bandos políticos, y que nuestras libertades como ciudadanos se han puesto en entredicho. Este es el mundo que heredarán los que vengan: un mundo corrupto, de ambos partidos, la fusión en la corrupción de PPSOE y UGTCC, y que no dimite nadie, y cuando lo hacen, se destapa el pastel. Pero el pastel ha caducado. Ojalá alguien haga algo.
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