Desde luego, ya se lleva anunciando que el Polo Norte se está derritiendo, y que la temperatura del planeta se está elevando de manera alarmante. Pero el asunto es muy otro. Es la excusa perfecta para mantener el terror en el cuerpo. Si se aproxima una nueva glaciación (ha habido otras) esta se demorará, puesto que, para cuando llegue, con la tecnología avanzada que tenemos, la Tierra quedará muy lejos, aunque es posible que, al deshabitarla, acontezca como en After Earth en donde la Tierra es repoblada hasta el punto de existir nuevas criaturas que aborrecen al ser humano. Desde luego que esta experiencia es alarmante, pero en la cinta queda claro que nos la hemos buscado nosotros mismos.
Claro que, estamos en Navidad, en Diciembre, y la cosa parece avanzar. Primero nos meten miedo, y luego nos anestesian, hasta tal punto, que nos olvidamos de lo básico. Nosotros, que somos, cuanto menos, un interrogante del propio Planeta Tierra, que no sabemos si es nuestro hogar o una nave de paso, que, en ciertos momentos, los animales terrestres sean los auténticos propietarios y que, en parte, nosotros vivimos de prestado, porque, tanto para los animales salvajes como para los domésticos, semejamos dioses para ellos, sin duda, aún estando familiarizados con nuestra presencia, somos más extraños y extranjeros que ellos, puesto que ellos, en parte, sí que evolucionaron, a pesar del tráfico genético salvado por el Diluvio bíblico. Nosotros, los humanos, somos los extranjeros.
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