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jueves, 10 de abril de 2014

Esas computadoras de antaño

Era parecida, pero no es esta
Recuerdo que el primer ordenador de sobremesa era de color blanco de teca. Es decir, el plástico que lo cubría era blanco, además, sobre todo, el monitor, que era basto, ligeramente grande, y que ocupaba un espacio importante en la mesa escritorio. Contenía el programa y procesador de texto de IBM, pero modificado por Microsoft, cuando la empresa de Bill Gates se estaba consolidando hacia el monopolio. Era el programa MS2.
Aún tengo en la memoria la pantalla negra del procesador texto. Uno podía escribir ochenta páginas, y como no había separación de páginas, cuando llegabas al último renglón, se te había olvidado qué habías escrito y sobre qué querías escribir. Más fastidioso era que, en ciertos casos, el ratón se rebelaba, y te ponía en la primera página. Si llevabas 150 páginas escritas. Llegar hasta el renglón final, era toda una completa pesadilla.
Precisamente, en ese programa, escribí el boceto de otros investigadores privados que he creado (que son pocos, claro está) y ahí estaba el germen. Por cierto, que mi hermano pequeño lo vendió, y lo sustituyó por un primer portátil, del año 95 del siglo pasado. Luego, llegaron un par más, y he comprobado que el formato TXT, de las agendas, es un programa MS2 más evolucionado; pero la filosofía es la misma, pero con más claridad: se permite utilizar fuentes de letras, y eso es una ventaja que su antecesor mostraba de una manera paupérrima y costosa.
Sigo siendo un negado para la tecnología; pero pertenezco a la generación que conocieron, pero no llegaron a utilizar, un Spectrum, pero sí un Amstrad. Por cierto, he perdido algo de miedo a los ordenadores; pero cualquier día, alguno se transformará en un Transformer.

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