Estas líneas son un por si acaso. Un catarro está invadiendo mi cuerpo, y es posible que, estos días, no me encuentre muy lúcido. De todas maneras, intentaré seguir escribiendo el capítulo de la novela. Por cierto, ya estoy adelantado un poco.
Desde hoy, si el resfríado me ataca, es posible que cada línea que escriba sea mortal. De tal manera que, en muchos casos, la enfermedad no la elige el enfermo, si no que, en el caso de un catarro o resfríado, es el virus el que trata de debilitar al organismo.
Pero no dejaré de escribir. De hecho, esta semana, espero que, por lo menos, pueda zanjar el capítulo, y que, la lucidez que me arrebate el virus, por lo menos, no provoque un caos a la hora de escribir.
Sean, pues estas líneas, el testigo de mis vicisitudes y fortunas. Sean, sobre todo, los pacientes testigos de esta batalla que estoy teniendo con el virus. Mañana, espero no escribir con dificultades. Un hecho es positivo: no tengo ningún dolor de cabeza, pero eso no significa que se inicie ahora, y reste agilidad a mis notas.
Nos vemos.
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