Chateando con Julius el Mago, este amigo que tengo, uno de los muchos, me convenció de un hecho que es bastante cierto: no seas tan estricto a la hora de escribir narrativa, lo tuyo es la poesía. Dos días estuve meditando estas palabras, y al tercero, me hice con un cuaderno, y me he dispuesto a llenarlo de poemas.
Da la casualidad de que, en este caso, me hallaba algo oxidado en asuntos de poética versal, y el primero que intenté flojeó. Luego, el segundo, fue más breve, y, en este caso, más claro. Pero me di cuenta de que debería (y eso haré) escribir más poemas. Por lo menos, para practicar y crear, pero no por obligación, sino buscando el tema. En realidad, llenaré el cuaderno de unos cuantos. Pero son borradores. Y eso no quita que siga con la novela.
La inspiración, es posible, que para el poeta solo sea una utopía; pero no es así. Una frase o una palabra, o tratar que ciertas palabras convivan para encontrar la magia, no significa que no haya tal. Pero, he aquí, que he encontrado el origen de muchos poemas: las afirmaciones de otros poetas.
Y he de regresar a las imágenes, que no por mucho pensamiento o reflexión, la palabra ha de quedar coja y contrahecha.
Pero he de seguir, y retomar este camino que, durante tanto tiempo, dejé abandonado.
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