En muchas ocasiones, en los talleres, nos plantean historias o sucesos que hay que volver literarios. Nos ofrecen las bases y las directivas, como Robocop, nos dan pistas, y cómo debemos escribirlos, y además, nos dan la oportunidad de ser creativos. Y se agradece.
Pero, a la hora de escribir un relato, aparecen las dudas, y por dónde empezar. También hay que buscar la historia en la realidad, en lo cotidiano, lo vulgar, hasta que salta la chispa, y todo parece encajar. Pero no estoy autorizado a decir o confirmar saberes que otros han impuesto, y que todos los escribidores comentan: la técnica del autor, su estilo, la gramática, el movimiento o género o subgénero que utiliza. Creo que, el orden de los factores no altera el producto; pero sí, la manera de crearlo, cómo lo toma el lector, o el escritor, y cuándo llega el material idóneo, que, desde luego, también hay que buscar.
Admito que no somos Robocop, que, muchas veces, nos equivocamos, dudamos, y que, la escritura, cuando llega, hay dos maneras de tomarla: quedarse con el consiguiente riesgo, y salir corriendo. Me decanto por la primera; la segunda se puede usar en cualquier momento.
Como dijo Cortázar: en la escritura de un cuento, el escritor se la juega. De momento, no hay ningún Terminator a la vista, y mi ordenador no se ha rebelado, ni es propiedad de Cyberdine Systems.
Como dijo Cortázar: en la escritura de un cuento, el escritor se la juega. De momento, no hay ningún Terminator a la vista, y mi ordenador no se ha rebelado, ni es propiedad de Cyberdine Systems.
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