No pasó nada. Llegamos a casa. Nos desnudamos. Pude ver su combinación blanca de encaje. Y no hubo movimiento. Se tumbó en la cama. No hizo nada. Me esperaba una sorpresa que luego se transformó en decepción.
Ella continuaba tumbada. La despojé de su combinación, y pude ver su vulva cubierta de vello. Me gustaba la forma. A la hora de ponerme a trabajar, no pasó nada. Se rió:
-Es una sorpresa. Búscala.
Me equivoqué en tres riegos. No hallaba la tubería correcta, y empecé a impacientarme. Ella continuó riéndose, y no me hacía gracia alguna. Al final me cayó un puñal de hielo en la conciencia que me dejó sin habla. Recogimos, nos vestimos. Y no pasó nada. Bueno, si sucedió. Empecé a sentirme molesto. Luego supe que se trataba de una estrategia, no sólo para no tocarla, sino para abandonarme sin explicaciones. A estas alturas, tendrá hijos que jamás fueron míos.
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