David El protagonizó el primer combate de lucha de su vida. Ya no se trataba de destruir bots que se autoreparaban. Se trataba de destruir vidas. Pero, como David El bebía del agua del olvido, sólo tenía conciencia por la noche, cuando Axis Dalraune le ofrecía el agua de la memoria.
Por eso David El luchaba con ahínco, y lograba victorias, y el Gran Itzaak aumentaba los beneficios de las apuestas. A David El lo llamaron Rebelde Mestizo, pero no era consciente de lo que hacía, y si por la noche lloraba, era porque recordaba el daño hecho.
Una vez luchó contra un gigante camardiano, de piel parduzca. Lo dejó fuera de juego con un solo puñetazo. El gigante cayó inconsciente a la primera. Se derrumbó en la arena, y los granos se elevaron veinte metros.
-¡Viva el Rebelde Mestizo!
Y David El elevaba sus musculosos brazos y gritaba con la borrachera de la victoria. Apenas se ocultaban sus atléticas formas, y las mujeres de Mundo Circo pedían pasar alguna noche con él. Gran Itzaak les decía que era un luchador nato, y no un juguete para la lascivia. Había ganado el primer combate.
Quedaban otros.
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