Siempre que se abre un cuaderno, no se sabe qué se anotará. Un amigo mío, el Profesor Xavier, ha escrito y tomado notas en una docena de cuadernos. Está planeando un nuevo movimiento filosófico (sin ninguna intención política); en cada ocasión que finaliza la escritura de apuntes de un cuaderno, lo guarda, y empieza otro. Es un garn lector de Schopenhauer, y se nota; también, es lector de la Biblia, de la que extrae conclusiones lógicas. Tampoco es que sea devoto cristiano, porque piensa que hay un Dios interior en cada uno de nosotros, que no necesita de dogmas ni de leyes, por muy elevadas que sean. No busca sustituir a Dios, sino que el propio Dios, lo deje a su libre albedrío. Coincido con él en que no es el mismo Dios ni el del Antiguo Testamento ni el del Nuevo Testamento y que las cosas no son lo que parecen.
De todas maneras, hay problemas filosóficos, más urgentes que resolver, que tratar de encontrar la manera más elegante de comentar a un Ser, que es No Ser, pero que nadie sabe, exactamente, quién es. Da la sensación de que se escapa u oculta, en un juego que no es nada inocente.
Luego llegaron los dados de Einstein, y todavía seguimos tomando notas en los cuadernos de hojas desiertas que se ofrecen para ser habitadas.
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