No necesitan ser John Carter de Marte, porque se levantan siempre a las 5 o a las 6 de la mañana, y se presentan en el trabajo aunque no tengan ganas.
O, por ejemplo, se quedan trabajando hasta tarde, y llegan hechos polvo a casa, pero en sus ojos brillan las emociones del día, o los reproches de la tarde.
O aquellos que han de continuar trabajando porque es el único recurso que les queda.
Podría exponer a aquellos que, en su momento tuvieron empleo, y cumplieron siempre, pero que la empresa quebró por negligencia. También a ellos, que estuvieron hasta el final.
Sin embargo, a quien no quiero recordar es a esos políticos que están siempre jugando con el dinero que no es suyo, hasta tal punto, que han olvidado la perspectiva, mientras sólo ellos se rebajan un mínimo el futuro que a los de los párrafos anteriores les falta. A ellos, no. Bastante tienen con romper sus promesas de líderes falsos.
Así son.
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