No conocemos del todo como funciona la mente. Sabemos que es capaz de crear, y los mecanismos físicos; pero hay otros mecanismos más sutiles que funcionan de una manera misteriosa. La mente forma parte de nosotros y, al mismo tiempo, por mucho que diga la ciencia oficial que se debe a la evolución, hay otros factores que han decidido pasar por alto.
Se preguntan si los fenómenos de la mente tienen que ver con el ambiente o cultivo de la misma. O que hace posible que haya un Einstein, o un Mozart o un Newton. Si el orden de los factores no afecta al producto, es posible, tal vez, que el producto del uso de la mente, y su optimización, nada tenga que ver con los factores.
En una biografía de Einstein, este genio de la Física es retratado como un tipo despreocupado por su higiene, obsesionado por sacar adelante su famosa Teoría, y, por supuesto, como un Don Juan con claras huellas infantiloides. Que descubriera la revolución de la Física, no significa que se le dieran bien las matemáticas. De hecho, en su cuaderno de notas, hay una farragosa y confusa toma de apuntes sobre la Teoría de la Relatividad con manchones de trazos erróneos, dudas, y vueltas con las ecuaciones que cambiarían la manera de ver el mundo.
Quizás, la mente nos fascina porque seguimos sin conocernos demasiado.
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