Hace tiempo que ya no hay correspondencia, sólo correo electrónico. Es un avance. Más rapidez y una llegada más rápida, desde luego.
También, que lo sabemos, pero preferimos ignorarlo: los emails los estudian empresas y gobiernos, rompiendo nuestra intimidad, y poniendo en solfa nuestra libertad y privacidad. Es cierto.
Con un poco de suerte, incluso la información puede transmitirse en nuevas claves, pero nos volveríamos más acosados por ellos, y sospechosos. Porque no vivimos en un mundo en donde los más débiles son defendidos, sino explotados.
A muchos que saben esto, los vigilan, incluso sus propios gobiernos. No hay libertad, y los emails nos vuelven más vulnerables. Han creado programas que se mueven por palabras clave. Si aparece la palabra "bomba", ésta se convierte en una amenaza. Si la palabra "robo" aparece, el gobierno en cuestión, puede pensar cualquier cosa. O "corrupción", en algún correo de alguna empresa que tenga un contrato con el propio gobierno. Paga el empleado más bajo de categoría, que será despedido sin dilación.
Es posible que la correspondencia escrita, en papel, tampoco fuera muy segura, pero era secreta, y se podían transmitir todo tipo de pensamientos, o de ideas. De hecho, se ganó la Segunda Guerra Mundial, también, gracias a la correspondencia. Y esto son pocos quienes lo saben.
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