Ambos contrincantes volaron hasta el desierto más grande del mundo. Decidieron luchar allí para no causar daños ni destrozos. A Emperador le daba igual. Deseaba deshacerse de Strike! lo más pronto posible. Naturalmente, Strike! se hallaba en desventaja: no controlaba conscientemente su Don, pero Emperador había tenido mucho tiempo para refinar la utilización del mismo.
Ambos se posaron en las arenas del desierto. Emperador descendió suavemente. Entonces, Emperador decidió modificar el lugar del enfrentamiento, y salió volando raudo como un misil, pero a más velocidad.
-¡Será cobarde!-dijo en voz alta Strike!
Y Strike! no tuvo más remedio que seguir a Emperador. Emperador mostraba una sonrisa sardónica que podía desomontar al más templado, y seducir a la mujer más hermosa; pero su idea consistía en aniquilar a Strike! Se estaba volviendo muy molesto.
Llegaron a una especie de Coliseo cerrado, con un techo de cristal.
-Luchemos en Mundo Circo-dijo Emperador.
-Esto se está volviendo una broma muy pesada.
-Es mi mundo, y yo impongo las reglas-dijo Emperador-Las reglas de tu muerte.
-No me hagas reír.
-no me río. Lo tomas o lo dejas.
-Lo tomo. No tengo salida.
-Exacto. No tienes salida.
En el centro del edificio cubierto, entre un público virtual, Emperador golpeó a Strike! que provocó que éste cayera sobre los muros, que se resquebrajaban con el golpe. Strike! salió del bache, y envió unos rayos calóricos que nada hicieron a Emperador. Emperador congeló a su oponente con su superaliento. La fuerza de Strike! evitó la tragedia. Hasta que Strike! extrajo un anillo de Green Lantern, y a supervelocidad, lo calzó al dedo de Emperador.
-Interesante-dijo, mientras lo admiraba.-Más poder.
-Te equivocas. Ha de elegirte.
Emperador intentó quitárselo, pero fue imposible. Un rastro de energía le destrozó el traje, mientras se sumía en un dolor terrible. Humo y fuego atravesaron a Emperador.
-Tú ganas, puedes irte.
Y el anillo regresó a Strike!
-No has de morir. Eres mi alternativo. Pero crea un mundo menos frío.
Emperador no pudo oír estas palabras porque del dolor se había desmayado, y desnudo, de la piel, un vapor que lo laceraba le hacía sufrir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario