Poco después de que la nave circomundana abandonara la Tierra hacia otro lugar, Strike! sedirigió, buscando el vórtice, un destello azul y blanco con ribetes de tentáculos temporales, que le permitían viajar a través del Tiempo y el Espacio. Pero no sucedía ninguna novedad.
Aceleró la nave, pero no halló nada.
No le quedó más remedio que comunicarse con su antepasado, Kal El, y eso que Kal estaba ocupado salvando el mundo de peligros y amenazas cósmicas.
-¿Kal? ¿Estás ahí?
No recibió respuesta alguna. Lo intentó de nuevo:
-¿Kal?
-Hola, David. Disculpa la demora. Estaba ocupado en un asunto complicado.
-Me lo imagino: construyendo casas en los barrios más pobres de Metrópolis.
-¿Cómo lo sabes?
-Documentos oficiales.
-Vaya, me has ganado. Claro que lo sabes, porque eres nuestro futuro.
-Bueno, pues no te pongas sentimental, abuelo, porque no encuentro las coordenadas para hallar el vórtice.
-Me temo que yo también las he perdido.
-Bueeeno...; parece mentira. Hasta el héroe más grande del universo ha perdido las coordenadas.
-No es para tanto. Déjate guiar por la intuición.
-Menudo consejo. Ahora resulta que estoy obligado a vagar por la galaxia.
-El vórtice no es fijo. Puede aparecer en cualquier momento.
-Me temo, Kal, que me estoy aburriendo. Así que me voy a dedicar a tomarme algo y a leer un cuaderno de Da Vinci.
-¿Un cuaderno de Da Vinci?
-Sí, me ayudó a restaurar la nave.
-Curioso, David, pero no deberías haber modificado el pasado.
-El pasado es el secreto. Todo está en orden.
Una luz empezó a parpadear.
-El vórtice autónomo. Bueno, veamos que me prepara el azar.
Y la nave fue engullida por una luz azul y blanca luminosa.
-Gracias, Kal.
-No he sido yo.
-¡Ups!
Pero ya era demasiado tarde.
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