Strike! vialumbró una figura robusta, pero algo encorvada. Su piel naranja y unas oreja en forma de ligamentos. La mirada de ojos rojos encendidos, y una sonrisa demoníaca.
-No temáis, soy Etrigan-dijo, presentándose.
-Lo sé-confirmó Strike!-Y sé que no ahbéis hecho bien en el pasado.
-El pasado es pasado. Cuenta el presente para no lastimar el futuro. Pero dejémonos de preámbulos. Os voy a mostrar por qué debéis vivir y luchar.
Y, ciertamente, Strike!, después de la explosión de Luthor, había decidido tirar la toalla. Pero Etrigan el Demonio, estaba dispuesto a guiarlo. ¿Hacia dónde?
Llegaron arrastrados por el viento del destino hacia un paisaje desolado. Ruinas y restos de una gran ciudad, eliminada, probablemente, por una guerra descontrolada.
-¿Qué significa?-preguntó Strike!
-Significa que, si en el futuro no os halláis presente, la destrucción se cernirá sobre la metrópoli, y muchos morirán.
-¡Estupendo! Ahora cuéntamen algo original, Etrigan.
Y Etrigan mostró la imagen de un cementerio. Strike! yacía en el interior del ferétro, pálido e indiferente. Kiara lloraba, y los miembros de la Liga de la Justicia y de los Green Lantern Corps, permanecían apagados, con los rostros ensombrecidos.
-Mi muerte.
-Eso aún no ha sucedido, y estáis a tiempo de modificar ese futuro.
Etrigan siguió mostrando imágenes, y vislumbró un país europeo, una pequeña península que, en el pasado, fue un Imperio, en donde el sol nunca se ponía; pero era caos y dolor. Personas huyendo, y edificios derrumbados.
-Bueno, ya está bien. No quiero ver más.
-De vos depende. Nos sólo lo hemos mostrado. Para cambiar el futuro, es necesario corregir el presente. Y es hora de que regreséis.
Y Strike! fue empujado a su cuerpo. Abrió los ojos, y el tanque se vació. Se tocó el rostro desfigurado por la metralla de kryptonita, y el tanque se abrió. Automáticamente, llegaron los robots kryptonianos, a atenderlo.
-Ya se ha despertado, señor.
-Sí. Me extraéis la metralla del rostro.
-Puede dañarle.
-Bueno, ¿y qué no hace daño en este mundo?
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