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martes, 12 de julio de 2011

Justificando el mar

O la mar. Que es tanto uno como otra. Desde que me leí “Moby Dick” hace ya más de una década, la mar siempre me ha fascinado. Pero he llegado a una conclusión: un barco no es tan seguro como un avión, lo mismo que un automóvil es menos seguro que un aeroplano, o un vehículo es menos peligroso que una moto o una bici.
Pero del mar o de la mar, lo que más me sorprende son los cuadros y acuarela que se ha creado, inspirados los autores por un proceloso vendaval marino, en donde se oculta la fuerza de la creación y de la destrucción, al mismo tiempo. Entonces, este elemento de inmensas aguas, de lluvias, de catástrofes, no sólo me ha fascinado a mí, sino a muchos genios y poetas.
Y escritores.
El líquido elemento es, dentro de su manifestación, el lugar donde empezó la vida. Hay una justificación, muy importante, para no destruirlo, porque es la vida. Lo contrario es acabar con la variedad de la misma. No podemos hacerlo, porque, de llevarlo a cabo, el mayor asesino ya lo es el ser humano. ¿Para qué destruir lo básico, cuando es posible mantenerlo?Sólo espero que, en el futuro, los cielos, no sean rojos, como en la serie de “V”.

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