Lo he estado meditando. Los X Men, en el fondo, son unos marginados. En realidad, lo han sido siempre. También, pueden ser errores de la Naturaleza; pero las mutaciones no suelen ser errores de este tipo, pero lo son. En este caso, son los Homo Sucessor o Superior. Por eso Charles Xavier creó una Academia, para que los mutantes con el Gen X, pudieran desarrollar sus habilidades.
Eric Lensherr, Magneto, no lo veía así. Charles Xavier quería defender a la Humanidad, Lensherr, todo lo contrario, destruirla y construir un nuevo mundo con las cenizas de la especie Homo Sapiens. La cosa maduró en una isla Genosia, pero todo se perdió, incluso los valores, porque hubo un conflicto de intereses.
Es posible que los marginados no logren cambiar el mundo; pero, como los X Men, cabe la posibilidad de hacer las cosas bien, o mejor, con un poco de comprensión. Lobezno no odia a los humanos, ni Tormenta, ni Cíclope. Claro que han tenido un buen maestro, al Profesor X, que toma el nombre de su apellido, y del gen. Pero eso no significa que las diferencias y los prejuicios hayan desaparecido.
No son, desde luego, profetas en su tierra, porque reciben palos por todas partes, incluso del propio Gobierno, que los vigila con precaución. Es como esperar que estalle una bomba para iniciar la Tercera Guerra Mundial, pero ya han empezado diez.
Eric Lensherr, Magneto, no lo veía así. Charles Xavier quería defender a la Humanidad, Lensherr, todo lo contrario, destruirla y construir un nuevo mundo con las cenizas de la especie Homo Sapiens. La cosa maduró en una isla Genosia, pero todo se perdió, incluso los valores, porque hubo un conflicto de intereses.
Es posible que los marginados no logren cambiar el mundo; pero, como los X Men, cabe la posibilidad de hacer las cosas bien, o mejor, con un poco de comprensión. Lobezno no odia a los humanos, ni Tormenta, ni Cíclope. Claro que han tenido un buen maestro, al Profesor X, que toma el nombre de su apellido, y del gen. Pero eso no significa que las diferencias y los prejuicios hayan desaparecido.
No son, desde luego, profetas en su tierra, porque reciben palos por todas partes, incluso del propio Gobierno, que los vigila con precaución. Es como esperar que estalle una bomba para iniciar la Tercera Guerra Mundial, pero ya han empezado diez.
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