Me refiero al invisible, al que casi no se vislumbraba en la copia digital. El Profesor Xavier deseaba terminar el trabajo, y le presté mi cuaderno. Incorporé nuevas notas, pero oculté el boceto fracasado de mi tiburón rotulado. Un boceto de las prisas, y de la escasa retención. Por eso sigo el consejo del Profesor Xavier: el boceto a lápiz, el acabado a rotulador, cera o pastel. Otra vez, vuelve a tener razón.
Es un placer saber que lo dibujado ya se ve, si verse, significa que el escaneado, al enfocar, borró toda huella del boceto. Pero ahora todo está terminado. El pequeño tiburón ya deja huella. Pero será la última vez que me dedico a admirar estos escualos, porque hay más cosas que pintar en el mundo. El mundo no se reduce a ciertos dibujos, sino que hay una infinidad de modelos a los que adoptar para abocetar. Porque, en el cuaderno, sólo hay bocetos.
Si ha salido la digitalización algo alargada, se debe a que incorporé un folio en blanco, para que el propio tiburón, y mis notas, fueran las protagonistas. Por cierto, que el Profesor Xavier, ha decidido no firmar sus originales. Le pregunté el porqué, y me dijo que ya se revalorarían con el tiempo. Yo lo dudo, porque no espero hacerme millonario ni en los sesenta o setenta años que me quedan.
Pero lo asombroso es que yo apenas dibujo algo de interés. El Profesor Xavier acabó agotado. Le disculpo. Un boceto abstracto, que ya he finalizado, me costó dos días. La energía disminuye, y es posible que la muerte avance un poco más. Pero la disminución de energía, no es sólo por la edad. Hay deportistas que han muerto más jóvenes y con una salud plena. No había ningún tiburón por ahí, pero un ataque cardiaco le puede dar a cualquiera. Claro que, estos son apuntes. Pero ya habrá más de mi autoría, que no serán muy buenos. Además, sólo es arte de pasear por casa en zapatillas. Como uno de los poemas de Enrique Gracia Trinidad.
Es un placer saber que lo dibujado ya se ve, si verse, significa que el escaneado, al enfocar, borró toda huella del boceto. Pero ahora todo está terminado. El pequeño tiburón ya deja huella. Pero será la última vez que me dedico a admirar estos escualos, porque hay más cosas que pintar en el mundo. El mundo no se reduce a ciertos dibujos, sino que hay una infinidad de modelos a los que adoptar para abocetar. Porque, en el cuaderno, sólo hay bocetos.
Si ha salido la digitalización algo alargada, se debe a que incorporé un folio en blanco, para que el propio tiburón, y mis notas, fueran las protagonistas. Por cierto, que el Profesor Xavier, ha decidido no firmar sus originales. Le pregunté el porqué, y me dijo que ya se revalorarían con el tiempo. Yo lo dudo, porque no espero hacerme millonario ni en los sesenta o setenta años que me quedan.
Pero lo asombroso es que yo apenas dibujo algo de interés. El Profesor Xavier acabó agotado. Le disculpo. Un boceto abstracto, que ya he finalizado, me costó dos días. La energía disminuye, y es posible que la muerte avance un poco más. Pero la disminución de energía, no es sólo por la edad. Hay deportistas que han muerto más jóvenes y con una salud plena. No había ningún tiburón por ahí, pero un ataque cardiaco le puede dar a cualquiera. Claro que, estos son apuntes. Pero ya habrá más de mi autoría, que no serán muy buenos. Además, sólo es arte de pasear por casa en zapatillas. Como uno de los poemas de Enrique Gracia Trinidad.
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