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domingo, 3 de julio de 2011

Tardes de Sábado

Los sábados estivales deberían estar prohibidos, y esta vez sí, por clamor popular. Me refiero a las tardes calurosas; esas tardes veraniegas, que es mejor pasarlas en casa. En compañía también; pero te sorprende un descenso de la tensión, y ya te despides de la realidad para siempre. ¿Provocada por el calor? Muy posible. En sábados como estos, no se puede ni respirar. Falta oxígeno en el ambiente, y sobra ozono. El calor desciende a la tierra, a la ciudad, y uno se encuentra con una apoplejía. En invierno, uno puede coger un poco de frío, o de fiebre, por la ausencia de defensas. Sólo eso.
Prefiero los sábados al atardecer, cuando quedan pocos vestigios del gigante de gas, y sólo eso. Por otra parte, el ozono se queda pegado al suelo. Poco importa que la luz o el calor sean fotones (ondas y átomos); pero queda claro que, por mucho que combatamos contra un amigo un tanto inconsciente (hay personas que fallecen por insolación), pero muy consciente.
Otra cosa es que un sábado sea agradable. Que los hay. Bueno, quizás no deberían prohibir los sábados. Ya tenemos un Gobierno que nos prohíbe hasta caminar, o respirar. Seguramente, los sábados de este verano son socialistas, y así, en varias legislaturas. Por eso, en estos sábados estivales, no se puede ni respirar, y provocan estas bajadas de tensión. Hasta el Sol se ha conchabado para que este verano sea una tragedia.

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