Desde esta imagen, se ve que hace calor; un calor que es estéril, pero infrecuente. Se trata del desierto de Arizona. Es curioso el nombre: Arizona. Testigo de miles de películas del Oeste, de los clásicos Westerns americanos: el Séptimo de Caballería, contra los maltratados indios, como en una película de Clint Eastwood, en donde un indio anciano, comenta que los blancos les arrebataron la tierra, "a hurtadillas", sin que se dieran cuenta. Sí, había tierras, pero nadie se ha apoderado de ningún desierto, por su aridez arizónica. Nadie quiere un desierto.
Por eso, los blancos, los rostros pálidos, decidieron quitarles la libertad y la tierra, a hurtadillas, para apoderarse de un mundo que nunca fue suyo, de su propiedad. Nadie ha venido con un documento para hacerse con un desierto. Bueno, sí, Las Vegas, que antes fue española, pero que se trató de una ciudad que nació en el desierto, en donde la mafia americana hizo su agosto. Hay más cadáveres enterrados en el desierto cercano a Las Vegas, que habitantes tiene la propia ciudad. Puedo escribir, como Salinas, que Las Vegas, en su momento, fue una ciudad de muertos.
Claro que, en el desierto, cabe la posibilidad de que haya agua.
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