Un sistema consiste en una función lógica que se mueve por directrices que pueden observarse de manera objetiva. Es decir, que la consecuencia lógica para que un sistema funcione, consiste en que, al observarse, se cumplan ciertas reglas, y que, al mismo tiempo, estas mismas reglas puedan ser repetidas en laboratorio. Hasta el momento, algo se ha conseguido.
Pero, lejos de estas frías definiciones con el conocimiento, la escritura también es un laboratorio. Por ejemplo: en la escritura, todo es experimentable. Bueno, casi todo, que con la escritura es imposible sacar un conejo de la chistera (pero, a mí, con sacar a una Conejita de Playboy, suficiente); todo ha de ser estructurado.
Escribir consiste en crear sistemas literarios mecánicos que funcionen. Un cuento es un artefacto que ha de funcionar, porque respeta ciertas reglas; pero las máquinas bien engrasadas pueden cambiar de forma, y seguir siendo las mismas. Con el poema, ocurre algo semejante. Pero el poema ha de despertar sentimientos o emociones, o hacer pensar al lector, despertar en su sistema emocional algo sobre lo que pensar (sin obsesionarse) pero que el poema o el cuento quede grabado como un postre delicioso.
El sistema funciona; pero quien tiene las herramientas necesarias, logra hacer que ese sistema funcione durante mucho tiempo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario